No falta quien critique
la costumbre de los mexicanos de gastarse fuertes cantidades en las famosas
fiestas de quince años. Al final queda un vestido inútil, algunas fotografías y
muchas deudas. Los políticos del mundo sueñan con sus equivalentes fiestecitas,
que en este caso son Olimpiadas, campeonatos mundiales de futbol y Eurocopas.
Brasil llevaba una buena marcha económica y se echó encima dos estúpidas
fiestas. Y recordemos que parte de los problemas de Grecia comenzaron en el
2004, cuando algunos políticos también quisieron sus
jueguitos.
El problema de la FIFA y del COI no es que sus
directivos se roben una lana; su verdadera nocividad radica en que se comporten
como niñas ricas exigiéndole al país anfitrión lo más lujoso, moderno y
superfluo en cuestión de estadios e instalaciones. A su vez, el país anfitrión
gasea a quienes salen a pedir un salario digno, pero trata como enviados de
Dios a los embajadores deportivos.
Qué importa si después
hay que hacer recortes a las pensiones y a la educación; lo importante en esta
vida es tener un estadio grandote y nuevo. Si se agrega que el país está
plagado de corrupción, como los casos de Grecia, Brasil y Rusia, la factura
tarda mucho en pagarse; y ya sabemos que no la pagan los bancos ni las
constructoras ni los políticos.
Hoy, buena parte del
complejo olímpico ateniense es una ruina sin belleza ni historia. En una década
se deterioró y avejentó más que el Partenón en dos mil quinientos años. Miles
de millones de euros se fueron a la cloaca para nada, pues el único recuerdo de
las mentadas Olimpiadas es el de aquel imbécil cura católico tacleando a
Vanderlei de Lima en el maratón.
No voy a decir que las
Olimpiadas causaron el problema económico griego, pero son un buen indicador de
lo que suele ocurrir en las economías que se hunden: malos presupuestos, trato
con constructoras estilo OHL o Higa, gastos en inútil infraestructura,
sobrepoblación de especuladores, endeudamiento para proyectos no redituables y
corrupción, mucha corrupción. Tanta corrupción que el gobierno griego tuvo la
desfachatez de reportar números negros; como si un estadio se pagara con diez
días de taquilla.
Grecia gastó el
presupuesto de Educación de todo un año en una verbena para que los muchachos
corran, brinquen y se dopen. Por eso el mejor regalo que el COI le hizo a
España fue elegir a Río de Janeiro como sede de las Olimpiadas. Ahora Dilma
tiene la papa caliente, no Rajoy. Ya veo las protestas de los españoles si les
dicen: “Vamos a recortar aún más el presupuesto de la universidad para
construir un bonito estadio de hockey sobre hierba”.
En fin, seguiré
despotricando y seguiré sin entender en qué momento el deporte se volvió el
centro del mundo. Varios estudios dicen que el exceso de interés en los
deportes es síntoma y causa de un bajo cociente intelectual. Eso se sabía sin
necesidad de estudios. Y entre más imbécil se vuelva un país, más contentos
estarán los políticos. Las universidades se siguen viendo como nido de
oposición; los estadios como corrales para borreguitos. Por eso vimos el
domingo pasado a Bachelet apoyando a sus once analfabetas del modo como no
apoya a los estudiantes. Por eso en México maestros y gobierno fingen ser
antagonistas cuando lo cierto es que bailan pegados en su objetivo común de
mandar al carajo la educación.
http://www.news.com.au/sport/sports-life/the-olympics-have-become-so-expensive-host-cities-are-baulking/story-fno61i58-1227461860713
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