viernes, 29 de noviembre de 2013

Dios Poeta

Mi inclinación por el Siglo de Oro hace que prefiera por sobre todas las Biblias la Reina–Valera de 1602. Por esas fechas en España se hablaba el español de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope.

Tanto Casiodoro de Reina como Cipriano de Valera comprendieron que la palabra de Dios tenía su fuerza en la poesía. O, dicho con fe: Dios era poeta.

Un lector contemporáneo puede leer desde el inicio ciertos anacronismos, como decir “haz” en vez de “faz”, o un curioso “la tierra estaba desadornada”, cuando hoy pensamos en “desordenada”. La ortografía está lejos de seguir las reglas de hoy. Tenemos “vazia” por “vacía”, “dixo” por “dijo” y los ejemplos son masivos.

¿Eso estorba? Al contrario, tal lenguaje le da al texto la autoridad de un clásico que ha sobrevivido los siglos, le da su tono de texto sagrado, le da su dosis de verdad, pues nada es tan verdadero como lo bello.

Hoy circula un inane mamotreto llamado Biblia: Traducción en lenguaje actual, que debería titularse Biblia sin poesía.

Alguien habrá concluido con cierto grado de razón que los lectores de hoy tienden a la imbecilidad. Ese alguien, conocido como Sociedades Bíblicas Unidas, pensó como editor y no como religioso. O sea, pensó en vender un libro y no en salvar almas.

Pongo algunas breves comparaciones del libro de Proverbios, pues ahí es clara la intención poética del creador.

Reina–Valera dice: “El que guarda su boca, guarda su ánima; mas el que abre su boca tendrá calamidad”. Mientras la otra dice:El que cuida lo que dice protege su vida; el que solo dice tonterías provoca su propia desgracia”. Caramba, estos tipos cambian una sentencia divina por un consejo de la abuela.

Reina–Valera: “La esperanza que se alarga es tormento del corazón; mas árbol de la vida es el deseo cumplido”. En cambio la biblia sin poesía nos da este mamarracho: “¡Qué tristeza da que los deseos no se cumplan! ¡Y cómo nos llena de alegría ver cumplidos nuestros deseos!”. Peor que una canción de la OTI.

El proverbio que en Reina–Valera dice: “Las puertas se revuelven en su quicio, y el perezoso en su cama.”, lo convierten a formato de chistorete: “¿En qué se parece el perezoso a la puerta? ¡En que los dos se mueven, pero ninguno avanza!”. Así, con signos de admiración, casi animándose a escribir el empalagoso “jajaja”.

Las Sociedades Bíblicas Unidas comercializan el libro como La Biblia para todos, y suponen que si el lector no asciende a la palabra, la palabra debe degradarse para llegar al lector. Extraño que no hagan caso al proverbio 26:4, que ellos escriben como “No te pongas al nivel del necio, o resultará que el necio eres tú”.

Tanto que se esmeró Dios en componer sus versos para que llegaran unos traductores populistas a desangelárselos.


El quid del asunto es que al lector de esta biblia no le hace falta la poesía. Solo quien no tiene alma puede vivir sin poesía. Quien no tiene alma nunca irá al cielo.

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