lunes, 15 de abril de 2013

Dios tramposo


En el capítulo diecinueve del Génesis, Lot hospeda en su casa a dos ángeles recién llegados a Sodoma. Esa misma noche, se presentan todos los hombres de la ciudad, jóvenes y viejos, para hacer una petición con tono de exigencia: “Lot, ¿dónde están los hombres que esta noche llegaron a tu casa? ¡Sácalos! Queremos tener relaciones sexuales con ellos”.
En una reacción inesperada para nuestra sensibilidad contemporánea, Lot se asoma para decirles: “Amigos míos, ¡no hagan algo tan malo! Yo tengo dos hijas solteras que nunca han tenido relaciones sexuales. Las voy a sacar, y ustedes pueden hacer con ellas lo que quieran”.
Durante el capítulo anterior, Dios había tenido una conversación con Abraham digna de Sancho Panza; en ella se negocian los criterios para la posible salvación de Sodoma y Gomorra. El arreglo final es este: Con tal de deshacerse de los impíos, Dios está dispuesto a asesinar hasta nueve justos.
Sabemos que Dios es omnipotente. Que lo sabe todo. De modo que le bastaría chasquear los dedos y con eso provocar un paro cardiaco a cada uno de los pecadores. Pero no, ha de vaciar toneladas de azufre ardiente en el primer ataque aéreo de la historia, que en mucho supera los que sufrió Varsovia, Dresden, Colonia o Königsberg. Ni el Vesubio fue tan cruel con Pompeya.
La historia no nos cuenta que en la destrucción de estas dos ciudades habrán muerto más Santos Inocentes que los de Belén por mandato de Herodes. Habrá que sumar además a las mujeres: castas, ancianas, nobles y embarazadas.
Muchos homófobos han tomado esta ira divina para justificar sus ataques contra los homosexuales. De hecho, la palabra “homosexual” apenas entró en el diccionario de la Academia en 1936; su equivalente durante siglos fue “sodomita”. Y si la Biblia, en vez de hablar de Sodoma y Gomorra, hubiese hablado de Gomorra y Sodoma, entonces los sodomitas habrían sido gomorritas.
El asunto es que los huéspedes de Lot no eran hombres, sino ángeles, y cualquiera sabe que un ángel no es hombre ni mujer. Su nombre, su género gramatical suele ser masculino, pero esto es un mero accidente del lenguaje. Hay más diferencia genética entre un hombre y un ángel que entre un hombre y una mujer. De modo que el sexo con un ángel debe ser una experiencia de lo más heterosexual.
Yo nunca he visto uno, pero si vienen del cielo, han de ser muy bonitos, han de irradiar juventud, salud. Vaya uno a saber cómo se contonea un ángel, qué clase de feromonas esparce, qué noséqué tiene en la mirada, qué seducción en su voz, cómo lucen en lencería. Yo no lo sé de cierto, pero supongo que un ángel ha de ser uma coisa mais linda que a garota de Ipanema.
Así las cosas, los hombres de Sodoma mordieron el anzuelo que Dios les lanzó. Las mismas hijas de Lot se quedaron tan calenturientas que se acostaron con su padre. O quizá el calenturiento fue Lot, y por eso se las llevó a la cueva sabiendo que eran mozuelas. Dios mandó a Sodoma una tentación para que cayeran en ella. Les puso una trampa porque, al estilo de míster Danger, necesitaba una excusa para su genocidio. Y una vez justificado ante la opinión pública, se sentó a disfrutar de la matanza con quemaduras de tercer grado.

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