viernes, 15 de marzo de 2013

Die preußische Schule


En el primer tercio del siglo XIX, el filósofo francés Victor Cousin viajó a Prusia para recolectar información sobre el entonces más exitoso sistema de educación primaria. De su visita salió un informe que habría de influir la escuela pública de muchos países. El propio Cousin escribió que la adopción del sistema prusiano representaría para Francia un mayor triunfo que las victorias napoleónicas en Austerlitz y Jena.
Ahora que soplan nuevos vientos en la SEP, no estaría mal que se le echara un vistazo a este reporte, y se le diera la categoría de un clásico, empezando por el objetivo que se le daba a la educación primaria: “Desarrollar las facultades del espíritu, la razón, los sentidos y la fuerza corporal”.
Los niños debían comenzar su educación a los cinco años. Por supuesto, se enseñaban las materias tradicionales: Lengua, Geografía, Historia, Matemáticas, Geometría. Se pone énfasis en el conocimiento de los clásicos literarios y desde muy temprano aparecen las clases de latín.
Con la herencia de Federico el Grande, los prusianos guardaban un sitio especial para las humanidades; en especial para la música. Su presencia en las escuelas tenía como objetivo “mejorar la voz de los niños, elevar sus mentes y corazones, perfeccionar y ennoblecer la música popular y religiosa”.
En la escuela yo llevé años de música que se limitaron a una mujer con acordeón que nos ponía a cantar. Jamás supe qué era un pentagrama, ignoramos las notas, no aprendí a vocalizar. En cambio, tengo aquí el extracto de un maestro prusiano:
“Habiendo dedicado el año anterior al tempo, tono y acústica, durante los últimos seis meses combinamos las tres ramas del arte de cantar… y las hemos practicado sobre todo con música vocal sagrada en un salmo de Schnabel, un coro de El Mesías de Händel, una misa de Hasslinger, y otra de Schiedermayer, un coro de La creación de Haydn, dos canciones de Von Weber…”. Caramba. Cómo me hubiera gustado tener ese maestro.
Cousin escribe en su informe: “Los estudios clásicos son, por mucho, los más importantes, pues su propósito es el conocimiento de la naturaleza humana… se estudian las lenguas y literaturas de las naciones que han dejado huellas indelebles de su paso por la tierra; también las fructíferas vicisitudes de la historia, que constantemente remodelan y mejoran la sociedad; y finalmente la filosofía”.
Remata con una advertencia: “Los estudios clásicos mantienen viva la tradición sagrada de la vida moral e intelectual de la raza humana. Recortar o debilitar dichos estudios sería un acto de barbarie, un crimen contra la verdad y la civilización, y hasta cierto punto un acto de traición contra toda la humanidad.”
Hay, por supuesto, ciertos elementos desechables en este sistema. Las clases de religión, por ejemplo, o la distinta orientación que se daba a las escuelas de mujeres; pero estos anacronismos son tan evidentes que es fácil ignorarlos y quedarse con lo valioso.
Lo verdaderamente rescatable de la educación prusiana es el espíritu de la misma, su propósito humanista. No se va a la escuela “para no morirse de hambre”, esa es una bajeza que le hemos adjudicado hoy al sistema educativo. Se asistía a la escuela, se cantaba, dibujaba, se aprendía a escribir con bella caligrafía, se leían los clásicos, se sumaba y restaba, dividía y multiplicaba, se dibujaban figuras geométricas y rostros y paisajes para convertirse en seres humanos.

1 comentario:

  1. Estimado Sr. Toscana, apenas leo su artículo, que me parece muy interesante y acertado. Sólo una cosa me sorprende: considerar desechables las clases de religión. Según la misma lógica que lleva a estudiar lenguas y literaturas de las naciones que han dejado huella, en Alemania se siguen dando clases de religión en las escuelas públicas, pues si hay algo que ha marcado tanto el arte como la literatura como la música! y ha sido inseparable de la historia de la humanidad, es la religión. Me pregunto ¿por qué le parece desechable este elemento?

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