viernes, 18 de enero de 2013

La sabiduría del que no sabe nada


Hay gente que no sabe nada. Pero eso no obsta para que ande por el mundo repitiendo lugares comunes con suficiencia de un Arquímedes. Así, el que nunca abre un libro, sabe recetar algunas citas literarias.
“Brindo por la mujer, mas no por esa…”, dice al alzar la copa sin saber qué sigue, sin la menor idea de quién es Guillermo Aguirre y Fierro. En todo caso, se trata de un poema que el brindador nunca ha leído, acaso lo escuchó en el disco de Manuel Bernal. Cosa curiosa que el propio poema hable de este tipo de gente, sobre todo en los versos: “Siguió la tempestad de frases vanas, toscas y tan malas que hallan en todas partes acomodo”.
En un plan más clásico, el que no sabe nada sabrá citar a Sor Juana con apenas cuatro palabras: “Hombres necios que acusáis…”. En este caso es muy probable que el ignaro sepa de quién es el medio verso, pero imposible que supiese darnos con el mismo ímpetu algún fragmento de “Primero sueño”.
Acaso el iletrado tendrá algunos chispazos del tesoro del declamador. Podrá suspirar y decir: “Juventud, divino tesoro”.
Quizás el poema más citable para estos sabios de pacotilla sea “En paz”, de Amado Nervo. De ahí se pueden extraer algunas joyitas como: “Vida, nada me debes, vida estamos en paz”, hablar de que alguien es el arquitecto de su propio destino o soltar el famoso: “Mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno”. Si bien este último verso es complicado. Pues se corre el riesgo de decir “dijistes” y “fuera”; o al escribirlo se le podría poner acento a “mas”, quitárselo a “tú” y usar mayúsculas en “mayo”.
El que no sabe nada conoce también algunas novelas. Cuando viene al caso, sabe decir “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”, pero le resulta imposible el “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.”
Como las novelas son cosas con muchas páginas, prefieren los títulos. Entre ellos, los más cotizados son los de García Márquez. El ignorante sabe mencionar Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera y se da el lujo de parafrasear Crónica de una muerte anunciada. Así, en caso de enterarse de la separación de una pareja conflictiva, dirá: “Crónica de un divorcio anunciado”, o cuando golean a su equipo, hablará de la “Crónica de una derrota anunciada”.
Podría decir que los ignorantes le llaman a la novela de Carlos Fuentes La región más transparente del aire, pero este es también un error que cometen algunos letrados de renombre.
El que no sabe nada reacciona en automático al escuchar o pronunciar el verbo cantinflear. De inmediato dirá que está aceptado por la Real Academia. De hecho, nunca he escuchado el mentado verbo sin que luego venga la muestra de erudición lexicográfica.
El que no sabe nada es un monigote de preguntas, respuestas y comentarios predecibles. Un lugar común con patas. Por eso se hallan tan bien entre ellos. Sus conversaciones son tan monótonas como las entrevistas a los futbolistas.

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